El lino se cosecha para producir fibra unos 100 días después de sembrarlo. Para obtener la longitud máxima de la fibra se desarraiga toda la planta o los tallos se cortan muy cerca de la raíz. Se retiran las semillas y los tallos se enrían –en un estanque o en un terreno a la intemperie– para que se descomponga la pectina que une las fibras. Una vez raspada la paja, las fibras más cortas se separan y se destinan a la producción de textiles más burdos, mientras que las fibras largas y suaves se hilan y tejen para producir textiles de lino.